Cómo vivir feliz sin libre albedrío*

un libro de Jan Bover

*Libre albedrío: concepto filosófico que presupone que
los humanos tienen el poder de elegir y tomar sus propias decisiones
sin estar determinados por eventos previos y/o el azar.

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Borges, Teoría cuántica y los Universos Paralelos

Capítulo XVIII

Finalmente,¿Qué o quienes somos?

(publicado con el permiso de su autor: Oscar Antonio Di Marco Rodríguez)

 

Quizá ésta resulte una de las mas osadas, conmocionantes y hasta chocantes especulaciones de este ensayo, sin embargo las conclusiones a que arribaremos en este capítulo están basadas en los mismos razonamientos que fundamentaron cualquiera de los anteriores, que se probaron y comprobaron en recientes y sucesivas experiencias efectuadas y publicadas en diferentes medios por algunos de los mayores referentes de las  neurociencias de nuestros días, como ser el fallecido Dr. Benjamin Libet, neurólogo en la Universidad de California, el Dr. Wolf Singer Director del Instituto Max Planck de Alemania, biólogos de la talla de un Francis Crick -  premio Nobel de Medicina en 1962 - ,  Christof  Koch profesor de biología cognitiva y del comportamiento del Instituto de Tecnología de California, Roger Penrose físico matemático nacido en Inglaterra y Profesor Emérito de Matemáticas en la Universidad de Oxford y otros de igual valía intelectual, que nos dicen en diferentes formas que tanto en la recepción de señales desde el medio ambiente exterior como en la generación de acciones eferentes, el correspondiente sector de nuestro sistema neural se adelanta en aproximadamente unas doscientas milésimas de segundos a la toma o manifestación de consciencia del evento en cuestión en el propio individuo
.
Hasta aquí no creo que se haya visto afectado demasiado nuestro ego y dado que en diferentes formas casi todos hemos tenido la oportunidad de ver u oír sobre este tipo de experiencias - por ejemplo en las “imágenes” subliminales o trucos de los magos y prestidigitadores  - , normalmente no nos escandalizamos ni rasgamos nuestras vestiduras por esta frustrante limitación de nuestra condición humana.

Sin embargo, muy pocos aceptarán lo mismo en el sentido eferente, o sea que nuestro cerebro – o un sector del mismo - por sì solo pueda adoptar o tomar decisiones antes de que seamos conscientes de que vamos a realizar esas acciones…y  ¡esto es lo que efectivamente ocurre!

¡¡¡ ¿Coooommmmoooooo? !!!!

¡¡¡ ¿ Quuuuuueeeeeeee? !!!!

Sí, sí, parece ser que aquello que suponemos que estamos haciendo, diciendo y decidiendo por propia voluntad, por nuestro mas elemental libre albedrío, según nuestro criterio, etc, etc., no es mas que una justificación subjetiva posterior de cambios de estado de nuestra estructura neuronal que se producen ante los cambios de potencial – potencial de preparación y disparo, tipo electroquímicos – que dan lugar a impulsos modulados en las neuronas involucradas o correspondientes, de los cuales tomamos conciencia o conocimiento, alrededor de unos doscientos a trescientos cincuenta milisegundos mas tarde.

Cabe entonces preguntarse: ¿Quien o que, es el/lo que  toma la decisión en cuestión?
A primera vista suena bastante deprimente – por decir lo menos – que sea un conjunto de  iones, átomos, moléculas y células, quienes toman las decisiones que suponíamos fruto exclusivo de nuestra mas profunda, íntima y última voluntad; pero si analizamos en profundidad lo que nos están diciendo quienes estudian estos temas, es que del funcionamiento de ese conjunto o sistema neural que es nuestro cerebro, emerge nuestra persona, justamente eso somos nosotros, todos nuestros iones, todos nuestros átomos, moléculas y células, su geometría, su funcionamiento, sus interacciones, etc., los que actuando causalmente según las leyes conocidas de nuestro universo, producen los potenciales de preparación y disparo que dan lugar a diferentes acciones y comportamientos eferentes de las neuronas que se concretan en sinapsis, liberación/absorción de neurotransmisores, acciones motoras, conciencia, consciencia, conocimiento,  memorias, prospecciones a futuro, memes, qualias, etc., etc., como así también gobiernan la regulación térmica de nuestro cuerpo, el apetito, los latidos del corazón, los procesos circulatorios, digestivos, etc, etc.

¿Y entonces: quien o que seríamos nosotros? , pues ni mas ni menos que el conjunto de todas las partículas elementales, sus compuestos y consecuencias, que la evolución fue ordenando en el patrimonio genético exclusivo de cada ser humano, interaccionando en el tiempo y el espacio con el medio ambiente, constituyendo un ente (o entelequia: que tiene en si mismo la potencia de ser y actuar , según el Ingeniero Físico Jorge Antonio Reyes Molina de la Universidad de Santiago de Chile; ver entre otros su artículo “Las ecuaciones del libre albedrío”, en la página: http://www.geofisica.cl/Tempo/personalJR/FWill.htm, de Internet) único.

Es decir nuestro comportamiento, nuestros razonamientos, acciones, pensamientos, sentimientos, etc., son procesos en primera instancia inconscientes.

¡Oh!, sorpresa, sorpresa,… si hasta casi parece divertido, tragicómico…

O como quiere Ud. calificarlo?

 Un grupo (sí, grande  y propio, por supuesto) de  ondas/partículas, ninguna de las cuales parece tener mayor significancia o consciencia en si o de sí misma, dirige nuestra vida, nuestros pensamientos, decide nuestro comportamiento, etc., etc…, en fin, parece mentira.

Dicho así resulta bastante incomprensible y quizá inaceptable, pero, si pensamos que nosotros somos ese ente poderoso aunque no todopoderoso -  producto de las numerosísimas emergencias que fueron presentándose filo y ontologicamente en la evolución de nuestro universo, entonces la explicación toma visos merecedores de consideraciòn.

Por otra parte llama la atención la cercanía (aunque no total similitud) de este ente o entelequia, al concepto de Inconciente creado y desarrollado por el moraví Sigmund Freud (Freiberg, 6 de mayo de 1856 - Londres, 23 de septiembre de 1939), padre de una de las controvertidas escuelas del psicoanálisis, allá por los primeros años del siglo pasado.

Justamente, una explicación muy interesante sobre la conciencia, la consciencia, el inconsciente y otros tópicos relacionados, podemos encontrarla en uno de los últimos libros del gran filósofo de las ciencias cognitivas, el profesor Daniel C. Dennett: “Sweet dreams. Philosophical obstacles to a science of consciousness”(The MIT Press; Cambridge; MA; 2005). Si bien este pensador no realiza (o creo que no) la distinción entre conciencia (conciousness) y consciencia (aweareness) como  yo la realizo en el capítulo correspondiente, desarrolla en forma por demas interesante una explicación  de la conciencia y consciencia  como un consenso circunstancial de una parte de la actividad neuronal (inconciente) que, en una especie de competencia (¿proceso darwiniano de selección natural?) se impone sobre otros conjuntos de interacciones neurales posibles o potenciales.

Argumenta muy apropiadamente que el resultado o emergencia del accionar (interacciones) de  conjuntos de agentes neuronales sin conciencia (actividad neuronal inconsciente) cada uno de ellos, en su comportamiento natural – obedeciendo estrictas reglas electrofisicas, químicas y biológicas -  pueden circunstancialmente coordinar acciones (mediante mecanismos similares, metafóricamente hablando, a la fama o las asambleas de consenso político) de las que emergen propiedades y acciones concientes y conscientes (pensamientos, razonamientos, abstracciones, movimientos, etc.)

Los indicios de este mecanismo que convierte cierta actividad inconciente de nuestros procesos neuronales en actos volitivos, constituye lo que conocemos como consciencia, conocimiento y hasta el libre albedrio (free will), han sido confirmados en experiencias realizadas por diferentes investigadores de primer nivel académico, como es el caso del biólogo y. emérito profesor Eric Kandel, quien se hizo acreedor del premio Nobel  de Medicina (fisiologia) 2000, por sus trabajos en este campo, donde quedó demostrado el correlato químico/biológico de la adquisición de conocimiento o educación, que se evidencia en la modificación de la estructura neural de la aplasia, organismo del tipo molusco utilizado en sus investigaciones, cuando se  lo somete  a una serie de estímulos repetitivos de aprendizaje.

Desde ese punto de vista – al cual adhiero – conviene mencionar que no todas las interacciones neuronales llegan al plano de la conciencia y menos al nivel consciente; parece ser que muchas de esas interacciones se mantienen en el nivel inconciente.y obviamente inconsciente.

Así tenemos en ese nivel inconsciente a  todos los esquemas de funcionamiento de nuestros sistemas vitales, como ser la digestión, la regulación metabólica, el equilibrio homoestático, la respiración, el pulso cardíaco, quizá el sueño, etc,etc. y todo ello en el marco de subsistemas mas inconscientes aún como son las sinápsis, formación de memorias, emisión y absorción de neurotransmisores, activación y desactivación de potenciales electro/fisico/quimicos, etc, que funcionan  automáticamente según estrictas relaciones o leyes biológicas y bioquímicas, en forma bastante bien conocidas y aceptadas por las diferentes especialidades de las ciencias hoy vigentes, bajo las cuales se desarrollan los distintos circuitos de interacción que hacen y están sujetos a la también conocida y demostrada automorfologia de nuestros cerebros.

Si quisieramos seguir en esta linea de profundizar la escala de insensibilidad de nuestra conciencia y consciencia sobre los procesos e interacciones que se producen en el interior de nuestro cuerpo -  y especialmente en el cerebro – , es obvio que podriamos llegar a niveles mas elementales y primitivos aún, como es el caso de las partículas/ondas típicas de la Cuántica, que es el límite mas pequeño y profundo de la física actual y que todo los indicios – tanto históricos como científicos -  marcan que no será el último.
Aunque las ciencias cognitivas no estén todavía en condiciones de  especificar la incidencia de las partículas elementales en los niveles mas altos de las interacciones neurales, son apreciables – digamos en el curso de los pocos años que implica una vida normal humana - los avances en el conocimiento de estas interacciones fundamentales y  finalmente sus consecuencias en nuestra vida y comportamientos.

Cada especie animal tiene diferentes capacidades cerebrales (para no hablar de las simples diferencias entre los individuos de cada especie) que fueron desarrolladas en/por la evolución genética y de todas ellas parece que solo el  hombre tiene la de desarrollar un lenguaje de la complejidad y virtud suficiente para alcanzar los planteos asociativos, simbólicos y metafóricos que reconocemos en las abstracciones conscientes de la especie humana.

La conciencia que exhiben el resto de los animales si bien permite el conocimiento, la formación de memorias y los actos volitivos de tal conocimiento (valoración de experiencias anteriores para decidir que hacer a continuación, aplicando la metáfora de la fama o consenso político desarrollado por Dennett), no les permite saber que se sabe y mantiene consecuentemente inconscientes a sus poseedores

Solo la simbología del lenguaje humano permite el desarrollo de abstracciones sobre las experiencias o conocimiento adquirido; memorias que al actuar en forma inconsciente en las posteriores interacciones propuestas por Dennett, dan lugar a la emergencia de consciencia, que aún siendo parcial, es saber algo de lo que se sabe.

Correspondería agregar que desde esta perspectiva o explicación de la actividad conciente  y la consciente, el inconsciente o subconsciente no sería tanto un ente o entidad o cosa, sinó que como la conciencia y la consciencia son propiedades emergentes (relacionadas pero distintas)  de una determinada interacción neuronal; podemos pensar entonces el inconsciente o subconsciente como el conjunto de las configuraciones (trazas, huellas, trayectorias, registros, etc) inconscientes que no resultan ganadoras de la competencia neuronal que lleva a la consciencia, pero que se mantienen expectantes en algún lugar del cerebro y con ciertas capacidades potenciales de afectar a la configuración ganadora, si la oportunidad se presenta en el curso de nuevas experiencias.

Sin dudas hay muchas y diferentes patologías que afectan  la consciencia, algunas del tipo hardware (la base material de nuestro sistema neural) y en otros casos lo que resulta dañado  es el software (los algoritmos derivados de las nuevas experiencias en el esquema neural) y recién en los últimos años las ciencias cognitivas tienen las herramientas - aún rudimentarias - para encarar su estudio en forma racional desde el punto de vista biológico/fisiológico y no solo por las manifestaciones o conductas de los individuos

En este contexto, estimo que cabe expresar lo siguiente:
La conciencia y la consciencia, como la vida misma, son procesos que se desarrollan  en un determinado punto (si se puede decir algo así) del tiempo y del espacio y como tales son experiencias efímeras e inasibles, solo elucubraciones o fantasias mentales, que con finalidad utilitaria – entender el universo que nos rodea – desarrollamos en nuestra actividad cotidiana, desde los mitos y religiones de nuestra incipiente consciencia, hasta las ciencias cognitivas de nuestro presente, donde imaginamos diversas posibilidades de dioses, números, leyes y sus relaciones, que permitan responder a nuestras necesidades y así desarrollamos conceptos e ideas que parece  que nunca serán completos y exactos fuera de la experiencia humana que acota la vigencia de sus valores absolutos, a los márgenes difusos de su conocimiento circunstancial.

Podemos acotar el margen de error tanto como querramos, pero nunca podremos eliminarlo completamente, el infinito, al menos por el momento, no está a nuestro alcance.

Un análisis de la historia parece indicar que tanto el tiempo como el espacio no tienen límites o magnitudes accesibles en forma exacta y absoluta– repito, al menos por el momento – a la experiencia humana, tanto lo mas pequeño como lo mas grande, parecen ahondarse en abismos insondables a la fantasía mas poderosa: el infinito y la eternidad al fin.

Así la astronomía alcanza sus límites  en aquello que la velocidad de la luz permite apreciar desde un dudoso y discutible “Big Bang”,  mientras lo pequeño y microscópico se debate en misteriosos vacíos cuánticos de los que emergen misteriosas partículas derivadas de unas mas misteriosas aún  fluctuaciones y singularidades cuánticas por arte de una magia (perdón, ciencia) escasamente explicada y menos comprendida

Con esto quiero resaltar algo que la experiencia registrada del conocimiento humano sí parece indicarnos sin excepción alguna: es muy dudoso y escaso el conocimiento  de la “realidad”, de la naturaleza de las cosas y menos el de todas (the “Wolesness”) las cosas; apenas consensos transitorios sobre lo que vamos descubriendo en nuestro proceso evolutivo y que el paso del tiempo se encarga de demostrar su inexactitud e incompletitud pasada´

  “No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil. Una doctrina es al principio una descripción verosímil del universo; giran los años y es un mero capítulo-cuando no un párrafo o un nombre –de la historia de la filosofía.”
(Borges; en “Pierre Menard, autor del Quijote”: Nimes, Francia; 1939)

 

De lo expuesto no parece ilógico o imposible pensar que nuestra consciencia, es el único elemento que poseemos y sabemos que poseemos, para conocer la  ”realidad”, la naturaleza de las cosas, tanto concretas como abstractas.

Es nuestra consciencia que solo se manifiesta y concreta en ese instante que se conoce como el ahora y que en última instancia no es mas ni menos que una determinada configuración de interacciones neurales inconscientes que tiene lugar en un determinado punto o lugar y tiempo – si fuera posible identificarlo así -  del espacio/tiempo, el “Todo” (”the Wholeness) que propongo en este ensayo.

 Trayendo a colación aquella verdad griega atribuida a Heraclito: “nunca nos bañamos en el mismo rio”, nadie afrontará una misma experiencia ni la pensará dos veces en o desde el mismo cerebro y por lo tanto cada configuración neuronal fué, es y será un fenómeno en permanente cambio, pero que mantiene su identidad relativa y las memorias que le dieron orígen  - filo y ontogenéticamente hablando - habitando en cada individuo y en el tiempo, de la misma manera que cualquier átomo de nuestro universo mantiene su identidad a través del tiempo a pesar del movimiento interno constante y permanente de todos sus elementos constitutivos.

Desde esta perspectiva sería innegable que toda nuestra vida, conciencia y consciencia de ella, cada suceso y/o experiencia en que hayamos participado en cada uno de los sucesivos ahoras de nuestra existencia, se encontrará por siempre en esa trayectoria particular de sucesos tan propios como únicos en el espacio/tiempo (el Todo, the Wholeness) que cada uno de nosotros haya atravesado... y como dice Borges refiriendose al hipotético e interminable tránsito de un viajero en la vasta eternidad y el infinito  de “La Biblioteca de Babel” (1941; Mar del Plata) :
“...Mi soledad se alegra con esa elegante esperanza ...”.

 

 La única alternativa posible a estos razonamientos y conjeturas, parece ser la todavía menos creíble y acientífica explicación del “homúnculo/hombrecillo/alma ó espíritu en la máquina”; explicación religiosa que en última instancia lo único que hace es transferir la pregunta: ¿Quién o que?; pocos intelectuales o filósofos científicos piensan hoy día en ese tipo de explicaciones..., aunque la mayoría de la población cree y siente de esta forma acientífica.

Tan desacreditado esta el determinismo en el pensamiento científico actual que seria una pena no poder escapar de este sino ominoso para todo lo políticamente correcto.
Veamos entonces si es posible encontrar una salida decorosa sin perder una apuesta como le ocurrió últimamente a Stephen Hawking sobre la desaparición de información en el interior de los agujeros negros  o tener que pedir disculpas, quizá anticipadamente, como le ocurrió a Albert Einstein con la famosa constante cosmológica, que usó para mantener quieto un universo que parecía escapársele de las manos.

Puede que una vía de escape se nos presente apelando a la indeterminación/incertidumbre cuántica, que de la misma forma que nos propone la intrínseca imposibilidad de saber con precisión absoluta los detalles de una concreta degradación radioactiva o una medición u observación cualquiera, de la misma manera actúa en nuestros procesos neurales, de los que derivan la conciencia, la consciencia, el conocimiento, las memorias, las prospectivas de futuro, etc., etc., los que quedarán en el mismo tipo de inexorable indeterminación e incertidumbre.
Por mas que hipotéticamente la perspectiva interaccionista:  SNC /ambiente    ó cerebrosintonizador/el “TODO (the Wholeness),   que sostengo en este ensayo, nos dé una base causal determinística, nunca será mas que una respuesta estadística o probabilística, de la que cada individuo particular pueda estar tan alejado como no podemos imaginar en este momento y esto para hablar  de un nivel cuántico de interacción al que recién nos estamos asomando y nada sabemos de eventuales (¿infinitos?) niveles mas profundos aún.

De cualquier manera no podemos evitar experimentar un cierto e inquietante sentimiento de menoscabo: ¿acaso todo lo anterior implica que no puedo hacer nada por mi destino, por mejorar, o cambiar – al menos en mi persona - lo que considere necesario cambiar?
Sin pretender decir que con seguridad absoluta – debido justamente a la indeterminación/incertidumbre -  obtendré la consecución de todos mis objetivos y que quizá tampoco los consiga absolutamente ningún individuo, lo que parece cierto es que la evolución nos va mostrando y demostrando con nuestro propio ejemplo, un camino donde la selección natural favorece la preservación de aquellos individuos que adoptan comportamientos adaptativos mas eficaces ante un medio cambiante permanentemente y entonces la educación, el conocimiento en general y de las leyes que gobiernan nuestras vidas en particular, juegan un rol importantísimo y seguramente ofrecen ventajas – siempre y solo estadísticas, fatalmente – a quienes toman consciente o inconscientemente esas vías.

Como vimos en los capítulos anteriores sobre la conciencia, la consciencia, las interacciones y demás funciones del cerebro/sintonizador, cada experiencia que experimenta un individuo y su correspondiente registro neuronal – las nuevas conexiones creadas en/por esa experiencia – se convertirá en parte de la misma estructura electrobiofísicomecánica (morfofuncionalmente hablando) de su cerebro/sintonizador: nuevas memorias se han creado por esa experiencia, que en su momento pueden generar nuevas expectativas de futuro, nuevos razonamientos, etc., etc. El mayor o menor peso o incidencia de cada nueva experiencia o registro no está claramente definido, pero sin dudas será proporcional o dependiente de varios factores como ser:  las características de la propia estructura neural anterior, la intensidad, características y duración de la experiencia, especialmernte su evocación y reiteración, etc., etc,….en fin, la educación.

Tarea compleja si las hay, pero que no parece fuera del alcance de la capacidad de cálculo o computación de los cien mil millones de neuronas que integran ese cerebro/sintonizador/computador, por no hablar de la glia y otros componentes y grupos de componentes que duplican en exceso el número de neuronas y cuya función no conocemos en detalle por el momento.

Como vemos, a partir de cada experiencia podemos decir que el individuo – y su cerebro -  crece, evoluciona, cambia y que final e inexorablemente dependerá de la calidad y cantidad de la información – conocimiento, educación – que incorpore, su comportamiento posterior.

 No sabemos actualmente como funciona en detalle nuestro cerebro, pero muchos estamos convencidos de que el mejor camino pasa por mantener una actitud abierta hacia la educación y el conocimiento

Alguien puede pensar que el razonamiento anterior tiene  bastante de circular y algo de razón tiene, pero no toda, ya que  si bien es difícil que en un medio antropofágico  surga un individuo vegetariano, no es menos cierto que también las variaciones aleatorias existen (fenómenos anormales o estocásticos) y estas solo pueden prosperar si las condiciones están dadas para aceptar el cambio, caso contrario el mismo sucumbirá.

Tampoco sabemos ni estamos seguros si una gran hecatombe terminará algún día con nuestras preocupaciones y especulaciones actuales, pero sí sabemos por experiencia histórica, a donde nos conducen ciertos comportamientos erróneos, tanto mas graves sus consecuencias como globalizados han sido.

Indudablemente esta nueva concepción de las facultades del cerebro trae aparejada la necesidad de una profunda reflexión y eventual revisión, entre otras cosas, sobre el trato a dar a los comportamientos erróneos: la criminalidad, el delito, etc.,  su prevención y ¿quizá, porqué no? su penalización; pero acá entramos en un campo multifacético: la psicología, la sociología, la psiquiatría, la política, el derecho, la justicia, etc., donde prefiero, al menos por el momento no meterme,… solo destacar algunos interesantes términos o tópicos de debate."